por que las pymes no innovan en españa

Por qué las pymes no innovan en España

Antes de hablar del por qué las pymes no innovan en España, o sea de entrar en materia, me gustaría dejar claras algunas cosas para que se entienda mejor el enfoque de este artículo; que, dedicándome a la transformación digital de pymes, es, particularmente, digital; obvio. Porque creo firmemente que es el que deben adoptar las pymes para poder seguir creciendo en el siguiente entorno que les toca vivir. Ninguna empresa que no adopte inicie esta transformación podrá crecer en ese entorno.

La primera cuestión es diferenciar entre las pymes más grandes, 10% del total, y las más pequeñas, 90% y con menos de 15 trabajadores. Porque las primeras acaparan la mayoría de la inversión, mientras que en las segundas es casi nula. De modo que mucho de lo que digo aquí hace referencia a las segundas; aunque hable de pymes, me estaré refiriendo casi siempre a las «py».

Otra hecho importante es tener en cuenta que no toda la innovación es tecnología, o incluye la tecnología. De hecho la mayor parte de la que hacen las pymes españolas se hace en procesos internos y excluyen la tecnología de ella.

En tercer lugar tenemos el hecho de que muchas empresas, que en las estadísticas figuran como innovadoras, están ahí solo porque han acometido un proyecto subvencionado como innovador; aunque luego no hayan continuado con la inversión, ni con el compromiso de innovar. No creo que esas empresas puedan catalogarse como innovadoras, por más que salgan en las gráficas oficiales.

Como tampoco estoy seguro de que la mitad de las famosas «startups» españolas sean empresas innovadoras; es más, ni empresas. Pero como ese es un jardín que no deseo pisar; prefiero que, quien quiera, se pueda hacer una leve idea con el artículo de El Confidencial, entrevistando a Javier Menacho.

Y eso me lleva a la última cuestión previa. Tengo la sensación, igual me equivoco, de que las estadísticas oficiales han buscado mejorar, de algún modo, los nefastos datos de empresas innovadoras en España; por lo cual no me creo demasiado los números oficiales.

Lo que está bien claro es que la tarea de innovar en España no parece sencilla. Y llevo mucho tiempo preguntándome por qué. 

Las pymes no innovan en España por las trabas burocráticas.

Para todo aquel que pretenda crear una empresa, no importa cómo de innovadora, el periplo a sufrir es digno de un espectáculo de cualquier humorista; y daría para más de un buen monólogo. Sin embargo, todos los políticos, de cualquier signo y partido, desde todas las administraciones, ministerios y concejalías, se han llenado la boca para hablar de reducción de trabas administrativas. Una ponencia de cepyme en el senado, en 2013, ya hablaba de todo esto.

La realidad es que, hoy en día sigo sin verlo. De hecho sigo esperando poder crear una empresa en cinco minutos, usando solo Internet y a un coste de 1 libra, en Gales; que es lo que hice, como prueba, hace ya muchos años gracias a Borja Prieto y su blog «desencadenado».

Del mismo modo, sigo esperando la creación de ventanillas únicas, ya no solo digitales; la simplificación de los documentos administrativos; una fiscalidad más benévola con las empresas que quieren crecer, en lugar de freírlas a impuestos; y, sobre todo, más y mejores recursos para la inversión en I+D. Pero como esto no es una traba burocrática en sí, lo trataré más adelante.

Menos mal que todas estas carencias se suplen, sobradamente, por la enorme rapidez y la velocidad con la que se tramita todo en España; así como con las cuantías de las partidas presupuestarias destinadas. Nada de racanear con la I+D+i, aquí se apuesta de lleno y eso se refleja en los presupuestos, siempre generosos. La aplicación de innovadoras tecnologías digitales ha permitido que ingentes cantidades de proyectos sean analizados y aprobados en segundos, mediante complejos algoritmos. Mientras que los trámites necesarios se pasan en minutos contados de reloj. De modo que la partida presupuestaria llega al deseoso emprendedor destinatario en unas pocas horas.

No me explico por qué las pymes no innovan en España, máxime cuando la legislación relativa al tema es aprobada, por todas las fuerzas políticas arrimado el hombro, sin cortapisas ni contradicciones de ningún tipo. No se aprueba, por ejemplo, la conversión de nuestro país en «Nación Digital» y, al mimo tiempo, un impuesto para gravar los servicios digitales; porque supondría, además de una incongruencia, un argumento disuasorio ¿Que vas a por Google? ¡Ya era hora!, genial ¡Mételos a todos! Pero ya verás como ellos te dan la vuelta y escurren el bulto, mientras los demás pringan con el impuesto.

Datos de 2018 del I.N.E.: El 25% de las pymes identifica el coste excesivo y la falta de recursos como principales obstáculos para innovar. Hasta ahí, desafortunado pero normal.

Lo crítico es que también el 25% afirma que no es necesario innovar porque no hay demanda.

También resulta complicado innovar cuando las administraciones públicas dan escasa prioridad a las políticas de apoyo a la I+D+i; y a eso unen una gestión maquilladora, o «resultadista» de los fondos que manejan. Prefieren invertir en empresas más grandes, con proyectos más llamativos, porque los resultados son bastante más vistosos. Muy bien por esas empresas, pero eso no redunda en las pymes; y, mucho menos en las «py».

El acceso a la información es otro de los puntos muy mejorables de nuestros sistemas. El emprendedor, por lo general, no sabe a dónde acudir con su idea. Y, cuando encuentra la oficina correspondiente, todo tiene que pasar por fases, admisiones, valoración, correcciones y un sinfín de trámites.

Las pymes no innovan en España por falta de financiación.

Parece que este es otro de los grandes problemas por el que las pymes no innovan en España y, analizando un poco la situación, está claro que no hay una financiación pública suficiente ni adecuada a la innovación. Ya no se trata solo de la agilidad a la hora de tramitar las ayudas; es que tardan una eternidad en llegar, si llegan, y su cuantía es mísera. La inversión en 2017 fue de 14.800 millones de euros y se concentró en Madrid, Cataluña y País Vasco.

Para colmo están las fórmulas elegidas, especialmente cuando se trata de créditos «blandos». Y lo entrecomillo porque ya se encargan los bancos de que no lo sean. La empresa acude a una línea de crédito para avanzar, y el banco te pide una suerte de impuesto revolucionario para garantizar que le devolverás su pasta.

Así que está claro que solo con fondos públicos no se innova, es necesario que todas las empresas cuenten, necesariamente, con fondos propios asignados a innovación. El tamaño de la empresa no debe ser una excusa para la asignación de fondos a esta partida. Porque la mayoría de las soluciones tecnológicas que puede implementar una pyme para innovar en sus procesos, estarían contempladas en esa partida. La tecnología no es tan cara como muchos empresarios creen.

Pero, hoy en día, no podemos pensar que sólo se puede innovar con fondos propios o con recursos públicos. Las pymes deben explorar nuevos territorios. Estoy seguro de que a muchos directivos no les sonarán de nada conceptos como innovación abierta, coopetición o economía colaborativa; y pueden ser herramientas muy útiles para pymes de cualquier tamaño. La innovación también se puede apoyar en recursos externos; o, por lo menos, merece mucho la pena explorar las posibilidades que estas nuevas fórmulas ofrecen.

Si no consideramos necesario innovar ¿para qué invertir?

Peor aún es que el 28% de las pymes no tenía previsto invertir en innovación en el siguiente ejercicio.

No se vosotros, pero yo veo poca voluntad en el pequeño empresariado español en innovar; instalado en su autocomplacencia y en la aparente comodidad de no parecer necesario hacerlo.

De modo que, en este punto me surge la duda ¿Es real el problema de la financiación como obstáculo para la innovación en las pymes españolas?

No dudo que sea un componente más, pero el dato de que el 28% de las pymes no tenga previsto invertir en innovación en el siguiente ejercicio, me hace pensar que se me escapa algo. No me imagino que las empresas pretendan que el Estado corra con su presupuesto en I+D; de modo que debo estar perdiéndome algo.

Así que no me queda otra que preguntarme:

¿Están preparadas las pymes en España para innovar?

Lo primero que se necesita para innovar es el convencimiento absoluto de sus beneficios y su necesidad en cualquier empresa. Es el motor que garantiza el desarrollo y la posible supervivencia.

Un estudio de este mismo año, encargado por Bossard España a la consultora Search Value, nos dice que el 78,7% de las empresas tiene el precio como factor principal para trabajar con nuevos proveedores; luego la calidad del producto, con el 55,7%.

Si unimos a esto los datos de que el 28% de las pymes no tenga previsto invertir en innovación en el siguiente ejercicio, y que el 25% no crea necesario innovar porque no hay demanda, tenemos una radiografía muy valiosa de nuestras empresas.

No buscamos el valor añadido de la calidad, no queremos explotarlo. Preferimos competir en precio, y eso tiene un recorrido muy corto. Somos empresas conservadoras, comodonas e inmovilistas. Lo que funciona no se toca, en nuestra pyme los procesos tradicionales siguen muy arraigados y el interés en la innovación es igual a cero. De hecho se sigue viendo como un gasto, en lugar de verse como una oportunidad para optimizar procesos y reducir costes. Si mi empresa tiene beneficios ¿para qué tengo que gastar en innovar?

Así es que las direcciones de las empresas no están, en cerca de un 30% de los casos, preparadas para innovar, lo que redunda directamente en los equipos. Y éstos, tampoco tienen los conocimientos, la motivación, los incentivos y la libertad para poder hacer algo al respecto. España, como en tantas otras cosas, está a la cola de la UE en número de empleados en puestos relacionados con la I+D. Tanto es así que hoy hay menos expertos dedicados a la I+D que hace 10 años.

No sé vosotros, pero yo veo poca voluntad en el pequeño empresariado español en innovar; instalado en su autocomplacencia y en la aparente comodidad de no parecer necesario hacerlo.

Además creo que hay un factor extra que invita a este comportamiento; como es el profundo desconocimiento sobre lo que es innovar y el recelo que provoca todo lo desconocido en el ser humano. Creo que la mayoría de los empresarios no saben por dónde empezar, qué mirar, o a quién pedir consejo, ayuda u opinión. Desconocen las herramientas y la metodología, y, por descontado, los beneficios que aporta a la organización; y eso es un freno enorme para acometer cualquier proceso.

Por último, y no sé hasta qué punto es relevante, tenemos la variable riesgo / rentabilidad. Parece que las empresas ven la innovación como un riesgo elevado con una escasa rentabilidad frente a otras posibles inversiones. Hasta hace poco, quizá fuera cierto; porque la inversión en ladrillo era enormemente rentable a corto plazo.

No se me ha olvidado cuando, buscando financiación para un proyecto, el propietario de varios concesionarios oficiales de vehículos me argumentó que, con el mismo dinero, ganaba el triple invirtiendo en la construcción. Como es lógico en su argumentación, no financió el proyecto.

Entonces, las pymes no innovan en España porque…

Porque si fuéramos una película, seríamos «La tormenta perfecta»:

  1. Las administraciones no priorizan el I+D+i.
  2. Las ayudas llegan tarde y las trabas son infinitas.
  3. La información es muy deficiente.
  4. Faltan recursos financieros.
  5. No se apoya ni fomenta el crecimiento de las pequeñas empresas.
  6. No existe una cultura corporativa, ni la formación adecuadas para la innovación en nuestras pymes.
  7. Así es que las empresas no están preparadas para la transferencia de conocimientos y su aplicación práctica.
  8. Por todo lo cual muchas no creen necesario innovar.
  9. No hay voluntad de hacerlo en las direcciones.
  10. Parece más rentable invertir en otras cosas.

¿Creéis que me dejo algo? Animaos a comentarlo. Porque si los elementos de esa lista son ciertos, y no los cambia nadie, las vamos a pasar peor que los marineros del «Andrea Gail».

Por suerte, tenemos lo que hace falta para revertir esta situación: talento a espuertas y una capacidad de resiliencia como no hay otra. Ahora solo hace falta que acompañen los de arriba.

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